CENM
La
actual gestión apoya la expansión de la frontera agropecuaria, ganadera
y forestal intensivas, para producir a escala y aumentar el producto
bruto interno. Poco importa la concentración de la riqueza y la
exclusión de la mano de obra, fundamentalmente con el cultivo de la soja
y de otros productos transgénicos, que se fabrican en casi todo el
proceso a través de la aplicación de tecnología de punta e insumos
genéticamente modificados. De este modo, las multinacionales y los
intermediarios se quedan con el 50 % de la riqueza creada, el Estado con
el 38 % y el productor con el 12 %, de los cuales 700 mega productores
concentran el 80 % de las ganancias netas. O sea que el modelo
agropecuario es netamente excluyente. Este esquema es el que impulsa el
gobierno. La ganadería viene deprimida, mientras que la explotación
forestal tomó un auge extraordinario bajo el impulso de la actual
gestión.
Todas estas
actividades generan un fuerte impacto negativo en lo social, sanitario y
ambiental. Esta es la verdad del modelo chaqueño, en el que una minoría
gana y tiene bajo control a las grandes mayorías sociales, que se
mueven con escasas posibilidades de crecer y de desarrollarse. Mientras
aumentan las emociones económicas de los que acumulan riquezas, el
principal peligro se ha materializado. La expulsión de la población
rural ha sido un fenómeno masivo, continuo y potente. Dejaron a los
pequeños productores y minifundistas entre la espada y la pared, hasta
que se fueron del campo y se cierran las escuelas.
Campesinos fumigados
En
años anteriores divulgamos el cierre de escuelas a lo largo del
territorio provincial, fundamentalmente en las regiones en donde la
agricultura era y es soberana. De la mano de la soja, y en menor medida
de otros cultivos mayoritariamente transgénicos, se produjo una
extraordinaria expansión de la frontera agropecuaria que ha comprometido
zonas y áreas que tradicionalmente no estaban destinadas a tal
actividad. Los mega productores habilitaron grandes chacras que
explotaron intensamente a través de la aplicación de tecnología de punta
y de insumos que forman parte del paquete agrotecnológico que entornan
la soja y otros cultivos.
La
población rural fue diezmándose. La expulsión de la familia campesina
ha sido el sello de los últimos tiempos, especialmente a partir de la
entrada de la soja en Chaco, a propósito de la fuerte presión que
ejercieron los grandes poderes políticos y económicos. Los pequeños
productores y minifundistas fueron gradualmente desalentados e inducidos
a vender o dejar sus campos. Las economías familiares de los campesinos
entró en crisis producto de que el modelo productivo y la escala no los
contemplaba o, directamente, los expulsó. La sementera baja no
alcanzaba para vivir. La cría de ganado menor no era suficiente. Los
apicultores debieron archivar sus cajones de abejas porque no pudieron
continuar produciendo dado que no lograban mieles libres de
agroquímicos, fundamentalmente aquellos que se encontraban cerca de
chacras donde se aplican fumigaciones aéreas. En tal escenario, la
familia campesina de escasos recursos constituyó un estorbo que fue
rápidamente despejado. La expulsión siguió con la ampliación de la
frontera ganadera, que por el modelo que se aplica en Chaco no solamente
necesita el predio rural deshabitado, con un encargado y un peón porque
son suficientes para la actividad, sino también el campo despoblado con
el argumento del abigeato y la seguridad.
La
actividad forestal puso su enorme grano de arena por la explotación del
monte con el propósito de obtener madera. Los changarines que trabajan
en el sector son uno de los más claros ejemplos de cómo los pobres pagan
su pobreza. Se los saquea pagándoles salarios miserables que rinden
grandes ganancias a los explotadores forestales, que son beneficiarios
directos de la pobreza. Los trabajadores son esclavos o semi esclavos.
Salvo muy pocas excepciones, no solamente explotan irracionalmente el
monte, sino que depredan a los pobres. Sistemáticamente se dedican a
explotar a sus peones o changarines para que trabajen más por menos
salarios. Son patrones millonarios que en algunas ocasiones financian
campañas políticas y cubren baches económicos y otras necesidades de
algunos dirigentes que cuando son funcionarios públicos fomentan la
contrapartida de los subsidios que financia el Estado, que a su vez
permiten la continuidad de la explotación de estas personas en las
mismas condiciones. No se desarrollan esfuerzos oficiales efectivos para
terminar con el robo de los trabajadores de los obrajes. Vale la pena
recordar, entonces, las expresiones de Eva Perón en Sevilla, cuando dijo
“quiero menos ricos y menos pobres”. Evidentemente no se puso el sayo
equivocado. Los modernos peronistas en el gobierno debieran recordar
esto para intentar ser elementalmente coherentes con los postulados de
Perón, que fueron y son ejes centrales del pensamiento nacional y
popular.
Los
pequeños propietarios, arrendatarios, ocupantes precarios o poseedores
de tierras privadas y públicas fueron dejando sus pequeños campos detrás
del dinero de ocasión que le ofrecían los grandes productores, el
espejismo de nuevas posibilidades y de las viviendas y de los beneficios
que le proponían algunos impresentables intendentes, alentados por las
promesas de mejores condiciones de vida. Actualmente, la gran mayoría de
los pequeños productores y familias campesinas viven en condiciones
precarias, en asentamientos o lugares periurbanos de pésima calidad
urbana, sin proyecto familiar o de vida de acuerdo sus antiguas
tradiciones y crianzas.
Escuelas que cierran
La
Escuela Anexo Nº 150 de Pampa Unión también ha sido cerrada por falta
de alumnos porque se fueron las familias del paraje. No es una escuela
antigua por su construcción. Está ubicada sobre la ruta provincial
secundaria 5, casi a mitad de camino entre Pampa del Infierno y JJ.
Castelli. Los campesinos del lugar se dedicaban a la agricultura para
sustento, un poco de algodón y a la cría de chivos, con algunas vacas y
caballos, hasta que llegó la soja y los grandes productores. Después los
campos se fueron despoblando porque terminaron en manos de los
terratenientes, fundamentalmente cordobeses, que concentraron las
propiedades, el uso y la explotación de las tierras para le cultivo de
la soja. La escuela está abandonada, rodeada de de yuyos, con su mástil
herrumbrado, su portón con cadena y candado, y con sus puertas cerradas.
Falta poco para que se convierta en una tapera, mientras muy cerca de
allí siguen los desmontes, continúa la producción a escala y aumenta el
producto bruto interno que forma parte de las aspiraciones de los
actuales productores y gobernantes, mientras publicitan que estamos en
el camino del progreso y del desarrollo. Olvidaron mencionar que el
modelo es para poco y que exige un campo despoblado, en el que
inexorablemente se cierran las escuelas, entre otras consecuencias
sociales muy negativas y traumáticas que diariamente nos interpelan
frente a discursos vacíos y engañosos. Quienes manejan los destinos de
nuestra provincia no entienden o no les interesa saber o reconocer que
mientras sigamos produciendo y entregando a granel carbón, leña,
varilla, postes y tablas, seguiremos estancados en el Siglo XIX. En eso
están empeñados los que explotan el monte, la tierra y los socios
políticos de turno.
http://www.argenpress.info/
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